Vuelvo a las andadas

¿Qué hay de nuevo, queridos y fieles lectores? Debo pediros disculpas por haber vuelto a “ronearme” a la hora de hacer otro artículo. La verdad es que el calor pega fuerte y las ganas de escribir, como que se van un poco. Pero por fin he vuelto.

De todos modos, todo este tiempo me ha dado por leer detenidamente todos y cada uno de vuestros comentarios. Creeros que no me he dado cuenta hasta hoy de la importancia que ha supuesto para algunos de vosotros este blog. También me he dado cuenta de la sinceridad de algunos de vuestros comentarios. La valentía de algunos de vuestros comentarios al explicar experiencias relacionadas con el tema. Es muy valiente hacer un comentario, sabiendo que otras personas que no sabían nada, se puedan enterar de vuestros problemas.

En realidad, eso es lo mejor que podéis hacer: hablar, comentar, charlar, dialogar, razonar, chacharear,… ¡Vamos, como queráis llamarlo! Con vuestra madre, padre, hermano, cuñada, tío, primo, da igual con quién, pero hablarlo. Eso, ya será un gran paso.

No sé si os habéis fijado, pero cuando tenemos un problema, normalmente, nos lo vamos guardando y callando hasta que explotamos. En esos momentos, recurrimos a personas que no te conocen mucho. Al menos, no tanto como las personas que están ahí en el día a día. Pero como todo, tiene una explicación…

Acudimos a esa gente para que nos den una opinión desde un punto de vista más objetivo. Una opinión sincera, que será mucho más neutra, que lo que puede resultar de cualquier persona de nuestro entorno. Pero hay que tener en cuenta que la gente que nos quiere, será la que a la larga nos dé los mejores consejos, aunque nos duela lo que nos digan, porque los que más te quieren, son los que te dicen lo que uno ya sabe, pero no quiere oír.

¡Cuidado! No sea que des con el típico coleguita, que se quiera aprovechar de tu situación o de tu problema. En teoría, lo que hace es ayudarte, pero en realidad te está llevando aún más al fondo del río. ¡Se está aprovechando de tu estado anímico!

Bien sabéis que cuando uno está bajo de moral, una de las frases mas típicas que escuchará es la de: ¡vamos a echar un trago! Pues que sepas, que ese trago puede llevarte a un problema mayor del que tenías. Así es que pensar a quién escogéis para explicarle vuestros problemas. Pensar, que eso es muy importante. Con todo esto que os estoy diciendo, no quiero decir que dejéis a vuestros colegas de lado, pero según que problemas tengáis, mirar de escoger a la persona adecuada.

Bueno, llegados a este punto, debo despedirme hasta el próximo artículo. De nuevo, volver a agradeceros vuestro apoyo incondicional al escribir comentarios en mi blog.

Cuidaros y recordad que, si consumís, lo hagáis con moderación y cabeza.